Pautas para mejorar la tolerancia a la frustración

Pautas para mejorar la tolerancia a la frustración

La baja tolerancia a la frustración de los hijos es una de las demandas que más suelen traer a consulta los padres y que más ayuda requiere, y es que no existe familia que no se haya visto en un apuro cuando los hijos explotan porque las cosas no salen como ellos quieren.

Es totalmente natural que nuestro hijo o hija se enfade cuando las cosas no salen como esperaba y que no sepa gestionar bien estas emociones tan potentes debido a su limitada madurez cognitiva. Sin embargo, estas situaciones empiezan a convertirse en problemas cuando como padres interpretamos que la frustración supone un gran sufrimiento para nuestro hijo y que por ello debemos evitarle pasar por tal trance o simplemente lo evitamos por cierta comodidad nuestra y, finalmente, esto nos lleva a acceder a lo que ellos quieren por tal de que no se desate la tempestad.

En este momento es cuando comienzan las dificultades porque nuestro hijo aprende que al final siempre se va a salir con la suya o, aún peor, que la expresión de su enfado a modo de explosión le sirve como mecanismo para conseguir sus deseos.

Cuando esto ocurre se le otorga a nuestro hijo un poder que no le corresponde y, en consecuencia, la convivencia en la familia se ve muy afectada. Por ello, es sumamente importante enseñarlos a gestionar estas emociones de frustración sin perder de vista los límites que hemos establecido como padres.

A continuación, describo una serie de consejos o recomendaciones para facilitar que nuestro hijo o hija aprenda a manejar la emoción de la frustración.

  1. Exponerlo a su frustración. Nuestro hijo o hija tiene que aprender a frustrarse y por ello no debemos evitarle estas situaciones. Trataremos de ser empáticos con su frustración comprendiendo su enfado y haciéndoselo saber, pero sin ceder a sus exigencias.
  2. Cuando le encarguemos tareas que no quiera hacer o que le resultan difíciles de llevar a cabo, dividirlas en pequeños pasos y reforzar cada vez que consiga uno alabándola.
    Como ejemplo podemos tomar la tarea de ordenar los juguetes:
    1. Buscamos la caja de los juguetes.
    2. La colocamos encima de la mesa.
    3. Cogemos los juguetes uno a uno y los vamos metiendo.
    4. Devolvemos la caja a su sitio.
  3. Ayudarle a anticipar consecuencias. Ayudarle a anticipar las consecuencias de sus comportamientos mejorará su capacidad de reflexión. Ejemplo: si vas corriendo con el vaso de agua, ¿qué crees que​
    pasará? Pues efectivamente se caerá y te mojarás, por eso no debes ir corriendo con él.
  4. Establecer unos límites claros y respetarlos en todo momento. Se explica de manera clara y se pregunta si hay alguna duda y la resolvemos. Después de esto no podemos debatir y ceder.
  5. Enseñar a identificar el sentimiento de frustración cuando aparezca en otra persona o en ellos mismos. Por ejemplo, “Estás enfadado porque no has hecho bien esta tarea. Inténtalo con otra, tómate más tiempo”.
  6. Enseñarle técnicas de relajación tipo mindfullness.
  7. Cuando como padres estéis enfadados, poneros de ejemplo para él y decirle que os vais a tomar un pequeño rato contando hasta diez para que se os pase la rabia.
  8. No regañar o sermonear cuando está en el momento más álgido de su enfado, dejar que se le pase y cuando haya bajado la intensidad de la emoción entonces razonamos y aplicamos la consecuencia oportuna.
María del Mar Blanca Cortés. Psicóloga infantil y juvenil.
Para cualquier información o duda a este respecto, no dude en consultarme a través de mi web.


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